MAR POR GAS
En Chile el asunto de las relaciones bilaterales con los vecinos, peruanos, argentinos y bolivianos, se ha vuelto tema de diálogo nacional, desde la presidenta de la república, hasta para el más común de los chilenos. Para Perú el cuento es que nuestro país no compre más botes peligrosos o tanques amenazantes que perturben la tranquilidad y la paz del sector, que por lo demás este proceso parece ser para Chile tan solo una renovación normal dentro de su programa de modernización y profesionalización. Pero, que además se ve condimentado por el tema marítimo donde tendremos que pensar en “devolver” un trozo de mar territorial que hipotéticamente debemos a Perú. Y en la Paz, Bolivia, parece ser que el rollo se trata de conseguir a cualquier precio y utilizando cualquier artimaña, un pedacito de mar por ahora chileno, pero que para poder tenerlo necesita la venia de su aliado histórico, Perú, el cual parece no estar muy dispuesto a colaborar, por lo meno es ese tema. Por decirlo de algún modo simpático, de película.
Lo mejor que podemos hacer por ahora, es intentar que el mejicano González (Dr. Simi) instale una farmacia en La Paz, donde le puedan vender aspirinas a precio de huevo y por cantidades industriales a todos los bolivianos; porque lo que es en Chile, no hay luces de que un trocito de mar sea dado, prestado, concedido, ni concesionado al país altiplánico. Una encuesta realizada por el equipo del Diario “La Tercera” (Domingo 26 de marzo, 2006) dejo muy en claro que el 62% de los alrededor de 430 encuestados, ni siquiera piensa en dar un metro de playa chilena y muchos de ellos no considera que esto obedezca aun tema de justicia histórica, y solo se concedería un pedacito “prestado” a cambio de convenios principalmente económicos. Estos acuerdos principalmente enfocados en el gas, que de todos modos nos estamos quedando cortos de ese combustible, del que proviene desde Bolivia, que por lo demás acaba de nacionalizar su recurso, con lo que deja en una inestable situación a las empresas que trabajaban generando recursos para el país de esta explotación. Y por otro lado nos cortan desde Argentina, porque el cuento del gas de nuestros queridos hermanos argentinos es tema de debate hace bastante rato y amenazan constantemente con “cortar el gas”, a pesar de que una gran porción de ese gas combustible no entra a Chile por cañerías, sino transportado en camiones, que por lo demás están muy lejos de dejar de hacerlo, porque para las compañías productoras de gas argentinas, las empresas del rubro en Chile son clientes preferenciales. Aunque de todos modos se las arreglan para hacerle la vida imposible a los chilenos que trabajan trayéndonos gas cruzando a diario la cordillera.
Sin duda parece que con un trozo, de dimensiones aun no determinadas se arregla el asunto al menos con Bolivia, a pesar de que la situación diplomática no sea muy ágil, ni menos agradable, pero me cuestiona fuertemente la insistencia boliviana, debido a que han basado sus justificaciones de su magro crecimiento económico y escaso desarrollo social a la no existencia de un “mar de Bolivia” y a su condición mediterránea que es en teoría responsabilidad chilena, existiendo por el contrario sobrados ejemplos de países, por cierto no latinoamericanos, que no tienen ni si quiera el arena de una playa y dejando atrás los resentimientos de la postguerra, se han puesto a trabajar, logrando ser con esfuerzo e inversión en desarrollo, sobretodo tecnológico, potencias de importancia mundial. Y por otro lado tenemos países muy costeros como Chile que posee miles de kilómetros de playa y que sin embargo, ha sido incapaz de generar una política de desarrollo que saque real partido a esas costas.
No es necesario recorrer todo chile para darse cuenta de las condiciones de abandono y pobreza de las caletas o pueblos de nuestra costa. Son lugares de tránsito turístico estival, pero que quedan en el más completo olvido en marzo. Podemos maravillarnos cuando logran un cierto desarrollo “urbano”, pero que está dado por los “nuevos” habitantes de la costa que NO VIVEN en el lugar. Aquí el modelo neoliberal y la economía de libre mercado no han llegado aún, la única economía que existe es la de trabajar a pulso la tierra y el mar para tener para comer, done las compañías de telefonía celular no tiene señal y el único medio de transporte no es un metro sofisticado, ni un auto de “tuning”, si no caminar empinados cerros o andar a caballo.
Finalmente llego a la raíz (según mi óptica) de muchos de nuestros y de otros problemas, y es que la gran mayoría de estos temas, “me das mar y de te doy gas, o mar por gas”, los arreglan o los discuten tipos o tipas que no saben cuanto cuesta un cilindro de gas, no saben cuanto gasta el calefón o lo difícil que es calefaccionar una casita pequeña con un brasero. Todos estos temas muchas veces meramente económicos pasan siempre porque se manejen asuntos políticos, se generen políticas, se creen comisiones, se aprueben proyectos, se establezcan normas, se destinen fondos o se nombre a alguien que resuelva el tema o bien si no tiene solución, a ese recién nombrado le podamos cargar el muerto. Mientras transcurre la espera, el único que se jode esto es el ciudadano común y corriente que tiene trabajar como todos los días, sin importar quien este en la silla grande, de lo contrario su familia no come, y sus hijos no pueden tener educación y que si no tiene plata para pagar el gas, se lo cortarán aunque lo estén regalando al otro lado de la cordillera y no le quedara otra que abrigarse para no morir de frío.
¿Dónde tenemos que poner nuestra esperanza? Un cristiano no puede quedarse esperando políticas, ni comisiones, ni proyectos, ni que destinen fondos, ni esperar a que regalen un pedazo de mar, para tener gas y estar calentito. En otras palabras “cambiaremos este mundo tan quebrado, cuando inyectemos la vida de Cristo en nuestra sociedad, en nuestras leyes, en nuestra política, en todas las relaciones. ¿Quién lo va hacer? ¡Ustedes! (Nosotros) Si no lo hacen los laicos, no esperen que el mundo se componga. El mundo será fermentado en el Reino de Dios, si de verdad los cristianos se proponen a no vivir una fe tan pobre, una fe tan miedosa, una fe tan tímida; sino que de verdad cuando comulgues, recibas fuego”[1]. Debe sentirse lleno del fuego de Cristo[2], ese calor verdadero debe alimentar su esperanza, debe ser el GAS que de calor a su familia y a su trabajo. Ese fuego de Cristo que ha encendido muchos otros fuegos[3], como el de Hurtado (San Alberto, por si alguien ya lo olvidó!!!). Un cristiano es un hombre de acción, alguien que debe salir al encuentro de los demás para servirlos, no para servirse de ellos, guiado por el Espíritu, la flama que esperamos recibir al igual que los apóstoles en Pentecostés.
Es probable que la polémica del gas o la del mar nos quede muy lejos a cada uno y sea muy poco lo podemos influir, pero si verdad nos metemos en la Iglesia y nos creemos el cuento, a todos los asuntos de la vida cotidiana podemos impregnarle un aroma a Jesús, de modo de darle un sentido cristiano a todo, y de verdad veremos que las situaciones más difíciles adquirir un significado distinto. Las discusiones políticas que pueden no llevarnos a ningún lado, los problemas de dinero que siempre escasea, los de la familia que todos los días nos sorprenden o los del trabajo que agotan, pero que hay que vencerlos a diario, pueden verse con nuevos ojos. Los ojos del que no está muerto, si no que ha vuelto a la vida por mí y por todos. Jesucristo.
[1]. Homilía 28/5/1978. Monseñor Oscar Romero (1917 – 1980)
[2] Lucas 12: 49
[3] Un fuego enciende otros fuegos – páginas escogidas del Padre Alberto Hurtado. Editorial PUC

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