viernes, diciembre 23, 2005

CANONIZACIÓN DEL P. ALBERTO HURTADO SJ - II

Reflexión para los que no iremos a Roma


En 1539 San Ignacio de Loyola llega a Roma junto a los primeros miembros de la “mínima” Compañía de Jesús, pero antes de entrar en la ciudad, tiene una visión en que “sintió tal mutación en su alma y vio tan claramente que Dios Padre le ponía con Cristo, su Hijo, que no tendría ánimo para dudar de esto”
[1]. Hoy la conocemos como Visión de la Storta, con ésta su Señor y Criador lo recibe en la ciudad, con la promesa cierta de serle propicio en ella. Sin embargo el deseo de Ignacio y también de sus compañeros era marchar hacia tierra de Cristo, Jerusalén. Al poco tiempo consiguen las licencias papales para poder ir, pero no consiguen embarcar, y en respuesta deciden poner a la mínima Compañía al servicio de Papa, Paulo III, quien ofrece al peregrino y a sus compañeros la frase “Roma es también Jerusalén”[2], con lo que se cumplía la promesa que su “Señor y Criador” le sería propicio en Roma. Desde entonces Ignacio no pensará más en el viaje y hará de toda Europa su Tierra Santa, la misma que lo verá fallecer 17 años más tarde, a unas pocas cuadras del Vaticano.

Tras leer este breve trozo de historia, y teniendo en cuenta que la gran mayoría de los chilenos, no viajará próximamente a Italia, ya sea por no dejar botadas las responsabilidades del trabajo, de la familia o por no tener el dinero suficiente para el viaje, no nos quedará más opción que mirar la ceremonia de canonización de nuestro querido padre jesuita, Alberto Hurtado Cruchaga, la que lo elevará a lo más alto de los altares a partir del esperado Octubre 23, en la televisión, desde nuestras casas y seguramente ese domingo nos levantaremos muy temprano o bien trasnocharemos desde el sábado, dado que por la diferencia horaria no tendremos opción de verla en un horario “cómodo” para nuestro país (será como a las cuatro de la mañana). Ni hablar en soñar que el Papa Benedicto XVI viniese para esa fecha a Chile, a canonizar al Padre Alberto Hurtado “A DOMICILIO”.

Más allá de si este último sueño pudiere hacerse realidad (lo cual haría más plena nuestra alegría, pero que a todas luces parece imposible), la interrogante que planteara en el siglo XVI el Papa Paulo III a San Ignacio, podríamos también hacérnosla hoy. En su tiempo la pregunta de fondo nació de la frase “Roma es también Jerusalén”, para nosotros hoy sería “Chile es también Italia y nuestra cuidad puede también ser Roma”, con la salvedad de guardar las proporciones entre los países y continentes o cualquier otro objeto de comparación que se nos pueda ocurrir. Y la pregunta que surge no es menor, ya que si nos ponemos a criticar “envidiosamente” a quienes pueden y efectivamente peregrinarán a Roma, pero por el contrario nos quedamos sentados, mirando perezosamente sin hacer nada en nuestro país, en nuestra ciudad, en nuestro barrio o en nuestra casa para celebrar la santificación de Alberto Hurtado, la verdad la crítica anteriormente hecha, no tiene ningún peso, ni mucho menos valor moral.

Tras escuchar atentamente en una charla a Benito Baranda (Director social del Hogar de Cristo) realizada el jueves 14 de julio recién pasado en que ese refirió a la pobreza, la indigencia y el sentido social y la falta de oportunidades de los más humildes, ya al finalizar la charla y luego de un comentario de Benito (donde hacía referencia que no irá a Roma, junto al capellán nacional y muchos otros del Hogar de Cristo no lo harán, salvo por derecho propio el Padre Renato Poblete SJ) sentí un sano orgullo de no querer ir a Roma y a la vez muy contento de haber escrito la reflexión anterior, pero por el contrario sentí un fuerte cuestionamiento personal y por ende de algún modo comunitario, dicho en palabras de San Ignacio ¿Qué estoy actualmente haciendo por Cristo?
[3], o bien ¿Qué estamos actualmente haciendo por Cristo?

Y la pregunta surge, porque a pesar de no ser una pregunta nueva (San Ignacio la formuló en 1548), Alberto Hurtado se hizo esta pregunta en su tiempo ¿Qué estoy actualmente haciendo por Cristo?, y por lo demás buscó incansablemente una respuesta, hasta dar con esta frase bien conocida, “hacer lo que Cristo haría si estuviese en mi lugar”
[4]. Pero Alberto Hurtado no se quedó allí, en la incansable búsqueda de la respuesta, ni mucho menos en la frase que daba respuesta a la pregunta. Alberto Hurtado se propuso firmemente llevar esto hasta el límite, que la frase “hacer lo que Cristo haría si estuviese en mi lugar” fuera un estandarte grabado a fuego en su vida, de modo que las palabras se convirtiesen en obras concretas, llevando con ello a encender a muchos otros con su fuego apostólico. Esto lo llevaría a aventurarse en empresas casi temerarias, a pesar de que su modo de actuar y de pensar le trajera como consecuencia, cuestionamiento, discordia y también la incomprensión del mundo obrero, católico y político de su tiempo y más aún dentro de los jesuitas chilenos.

Por lo anterior no parece tan descabellado que con motivo de la canonización del Padre Alberto Hurtado y sintiéndonos inspirados por su legado y obra, contagiados de su fuego, nos volvamos tan “chiflados” por el amor a Cristo que pensemos en hacer algo por los hermanos cristianos más pobres y es más no solo pensemos, sino que transformemos nuestras ideas y sueños en obras concretas. Porque en definitiva, en hacer algo por el Cristo que hoy sufre, por muy insignificante que esto sea o parezca, será el mejor modo de celebrar la obra, el pensamiento, la vida y el legado de Alberto Hurtado. Y quizá esta misma pregunta deberían hacérsela muchos otros también, aunque claro, no hayan estado presentes en la charla de Benito.

Este es el mismo espíritu que alimentó inconscientemente a los 95 jóvenes de CVX y Scout que participaron de la SEMASOL (Semana Solidaria) trabajando en tres campamentos de la periferia de Rahue Alto en Osorno. Es ese el fuego que esparce Alberto Hurtado, el de sembrar esperanza, el que nos vengan grandes deseos de servir y amar a Cristo en nuestro hermanos, de sentirnos “Chiflados”, porque estos chicos de la SEMASOL están chiflados. Nadie regala una semana de vacaciones, para trabajar como obrero de la construcción, reparando viviendas, haciendo agregados, ampliaciones, cambiando techumbres, además pagando por hacerlo, soportando el frío el cansancio y venciendo el desgano tan innato en muchos jóvenes. Nadie hace este tipo de cosas sino esta “chiflado por seguir a Jesús” y este tipo de jóvenes están dispuestos a luchar por la justicia para con los más pobres, llevando firmemente en su mano la bandera de Cristo.

Ese es un digno ejemplo que podemos imitar para conducirnos de un modo más verdadero hacia la fecha clave. El tiempo avanza, la cuenta regresiva ya comenzó, ¿Qué estas TÚ dispuesto a hacer HOY por Cristo, tal como Alberto Hurtado lo hizo en su tiempo?

Gastón Rivera C
[1] San Ignacio de Loyola. Autobiografía, capítulo X
[2] José Ignacio Tellechea Idígoras. “San Ignacio: sólo y a pié”
[3] San Ignacio de Loyola. Libro de los Ejercicios Espirituales, N° 234
[4] Alberto Hurtado. Retiro a Profesores de la Universidad Católica, 1940