viernes, diciembre 23, 2005

Reflexión veterinaria del acompañamiento de historias de vida

Salmo 139 (Extracto)
“Señor, tú me haz examinado y me conoces;

Tú conoces todas mis acciones
Aún desde lejos te das cuenta de lo que pienso
Sabes todas mis andanzas
¡Sabes todo lo que hago!
Tú fuiste quien formó todo mi cuerpo
Tú me formaste en el vientre de mi madre…
No te fue oculto el desarrollo de mi cuerpo
Mientras yo era formado en lo secreto
Mientras era formado en lo más profundo de la tierra
Tus ojos vieron mi cuerpo en formación…
Habías señalado los días de mi vida
Cuando aún no existía ninguno de ellos”


La gestación en la gran mayoría de los mamíferos es un periodo de larga duración a veces meses (caninos) en otros años (paquidermos), en una vaca por ejemplo la gestación tarda 280 días, algo así como 9 meses (cualquier cercanía con otra especie es mera coincidencia) y el resultado es una cría que pesa entre 35 y 40 kilos y así en muchas otras especies, sin embargo el comienzo es siempre muy similar, dos células pequeñas microscópicas, de fracciones de milímetro se encuentran y entre sí dan origen a la vida, en silencio sin bulla ni escándalo. Esa nueva vida en muchos casos no podemos detectarla hasta ya varias semanas de ocurrida la fecundación, por lo que la madre y el resto no se ha percatado siquiera de la condición en que se encuentra, por lo mismo este es el periodo de mayor fragilidad para la nueva vida.

Una vez ya formado íntegramente el embrión se desarrolla hasta formar un feto, ya con todos sus órganos, un sexo definido, un rostro. A partir del cuarto mes ya se hacen evidentes en la madre los cambios que supone la gestación. Llegado el noveno mes el feto del ternero esta ya listo para nacer, solo falta que decida hacerlo y que su madre se disponga para el parto. Cuando el ternero este en posición y actitud fetal para el parto, éste se desencadenará, provocando la salida de la cría. Lo normal es que la vaca logre parir sola, sin ayuda, la que a veces es innecesaria, sin embargo, en otras ocasiones y por diversos factores es necesario ayudar, ya sea corrigiendo una mala postura fetal, como traccionando para lograr que la cría salga, es más también hay veces en que se hace necesario intervenir con una cesárea para lograr una cría viva y muchas veces a pesar de hacer nuestros mejores esfuerzos la cría puede morirse.
La vida espiritual muchas veces se parece a una gestación y más aún al parto. Nuestros comienzos en la Fe son siempre silenciosos y tibios, solo el Señor lo conoce, ni nosotros somos muchas veces concientes de esta “gestación” espiritual, que también puede estar llena de sobresaltos, dolores, caídas o “síntomas de pérdida” ya sea por debilidades en la oración, imagen errónea de Dios, traumas heredados o dificultades de la vida que hacen tormentosa nuestra relación naciente con el Creador. Y cuando parece que nuestra Fe está madura y lista para nacer, sobreviene la prueba, una muerte, un quiebre, una pelea, una separación, un divorcio, una decepción o una cesantía o la pobreza que hacen que nuestro “parto” espiritual se haga lento y dificultoso, nos tienen que jalonear de los brazos para salir o nos tienen que ayudar a corregir malas “posturas”, a veces también necesitamos “cesárea” espiritual, alguien nos tiene que ayudar cortando el vientre materno para que logremos que nuestra Fe madura nazca, crezca, se consolide y sea capaz de incendiar a otros con el fuego de Cristo. Aún así hay muchos que no terminan este camino y “abortan” o mueren luego del parto.
Ese alguien es muchas veces nuestro “Médico Veterinario espiritual”, el acompañante, es quien nos jalonea, o que tiene el bisturí en la mano presto a utilizarlo si es necesario, o tan solo observará con alegría si logramos salir solos desde el cálido útero progenitor. Esa es la vocación y a la vez misión más profunda del que acompaña, hacer que las líneas del salmo 139, esa relación íntima entre el Creador y la Criatura, se produzca, teniendo como base que el acompañante a pasado ya por su propia “gestación y parto” espiritual. Ese será su mayor tesoro, el saberse conducido por el Creador (desde su propia historia, sus propias alegrías y sus propios dolores) hacia el hermoso misterio del encuentro entre Dios y el otro, de hacerse parte gratuitamente por el ministerio del acompañamiento.

Gastón Rivera C.

1 Comments:

At 10:39 p. m., Blogger Roxana said...

Admiro la forma en que hablas de las cosas espirituales... la analogía es prácticamente perfecta, y creo más de alguno se verá reflejado enlas distintas partes descritas.
En serio, mis felicitaciones...

Espero estés bien

Roxana (sip, tb tengo blog =D)

 

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