viernes, diciembre 23, 2005

POEMA "CRISTO VIEJO – CRISTO NUEVO"

Cristo viejo, del frío pesebre de Belén
de la tierra y del desierto, el destierro en Egipto
Y en Israel, peregrino y fugitivo.
Cristo nuevo, desnudo, del campamento
descalzo y hambriento, pequeño y sufriente
analfabeto, refugiado y escondido.

Cristo viejo, perdido en el templo,
Cristo dormido y silencioso, 30 años
en la sombra, en la larga espera.
Cristo nuevo, desaparecido, sin voz,
sin manos, cesante, indígena, extranjero,
esclavo o recluso, recluta y anciano.

Cristo viejo del bautismo en el Jordán
el peregrino del mensaje y la obra
apóstol cariñoso, de las mujeres y los niños
Cristo nuevo, de la esperanza, de la nueva
Iglesia, de laicos y curas, de mujeres
jóvenes y viejos, de casados y separados.

Cristo viejo, de los milagros, de las
Bienaventuranzas, del Padre nuestro
dueño del sábado, camino, verdad y vida.
Cristo nuevo, de Basílica o de parroquia
de la mesa sencilla, del pan y el cáliz con vino,
de la pala y la picota, de la madera y el arado.

Cristo viejo, del sembrador y la semilla,
de la tempestad en calma, del grano de
mostaza, y la multiplicación de los panes y los peces
Cristo nuevo, hambriento y sin ropa,
enfermo de Cáncer y de SIDA, Cristo
inválido, madre soltera, Cristo abortado.

Cristo viejo, el buen samaritano, conciencia
de los fariseos y los escribas, amigo de los
publicanos, prostitutas y pescadores.
Cristo nuevo, de las víctimas de lo injusto
del político soberbio e irresponsable, del
Oficial, prejuicioso y poco humano.
Cristo vejo, el buen pastor, el que sirve
el maestro, el agua de vida nueva, el templo
y el sacrificio, la vid y el fruto, el cordero.
Cristo nuevo, de Monseñor Romero, de Hurtado
de la Madre Teresa, de Juan Pablo II, Luther King
Gandhi, de Boff, de Ellacuría, de santos y mártires.

Cristo viejo, agónico en Getsemani, golpeado
de juicio injusto, azotado, coronado con espinas,
negado, traicionado, abandonado, quebrado.
Cristo nuevo, agnóstico o ateo, sin dios
inculpado, huérfano, preso y encerrado,
delincuente, traficante, burgués y poderoso.

Cristo viejo, caminante, con la cruz a cuestas
del calvario, crucificado, cansado, solo,
sin Padre, con el costado abierto.
Cristo nuevo, vagabundo sin casa, alcohólico
drogadicto, trabajador explotado, sueldo indigno
hacinado, sin tierra, en toma y con hambre.

Cristo viejo, del sepulcro cerrado, muerto,
bajo la piedra, silencioso, callado, a la espera
al encuentro del Padre, todo el sábado sin Él.
Cristo nuevo, asesinado por un cigarro,
mal atendido, negligente, en las colas de hospital
colgando en la micro, marginado por la ropa.

Cristo viejo, del sepulcro abierto, resucitado
de Emaús, de la orilla del lago, con las heridas
de la cruz, Cristo del fuego del Espíritu.
Cristo nuevo, del Hogar, que construye un techo
de mediaguas, que acoge, sana y trae esperanza
que vive y alienta, que nutre, alimenta y educa.

Cristo viejo, de Pedro, apóstol cimiento de
la Iglesia, de Pablo, el peregrino de la palabra
viva y quemante, pueblo cristiano naciente.
Cristo nuevo, de la liberación, de los laicos
de la Eucaristía, del Concilio y la paz, del pueblo
de Dios, de la alegría y de la Fe verdadera.

SRV!