CANONIZACIÓN DEL P. ALBERTO HURTADO SJ - III
En la madrugada del domingo 23 de Octubre la gran mayoría de los chilenos estuvimos conectados con la transmisión oficial desde Roma, donde pudimos ver en la plaza de San Pedro la gigantografía de un sonriente Alberto Hurtado, que tras la presentación de los otros cuatro beatos por el Cardenal Sarabia (Prefecto de la Congregación para la causa de los Santos) el Papa Benedicto XVI a las 5:05 hora chilena procedió a leer el decreto oficial de canonización del Padre Alberto Hurtado, lo que en todo Chile detonó una alegría colectiva cargada de gran emoción, devoción, llanto y felicidad, un batido de sentimientos y sensaciones que la verdad cuesta relatar y transmitir.
“Amarás al señor tu Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22; 37-38). Este sería el programa de vida de San Alberto Hurtado. Que quiso identificarse con el Señor y amar con su mismo amor a los pobres. La formación recibida en la Compañía de Jesús, consolidad por la oración y la adoración de la Eucaristía, le llevó a dejarse conquistar por Cristo, siendo un verdadero contemplativo en la acción, en el amor, en la entrega total a la voluntad de Dios, allí encontraba la fuerza para su apostolado. Fundó el Hogar de Cristo, para los más necesitados y los sin techo, ofreciéndoles un ambiente familiar, lleno de calor humano. En su ministerio sacerdotal, destacaba por su sencillez y disponibilidad hacia los demás, siendo una imagen del Maestro, manso y humilde de corazón. Al final de sus días, entre los fuertes dolores de la enfermedad, aún tenía fuerzas para repetir, “Contento Señor, contento”, expresando así la alegría con la que siempre vivió.” Estas son las palabras que dedicó en español el Papa Benedicto XVI a nuestro Padre Hurtado.
Sin embargo hay muchas cosas que me quedan dando vueltas tras esta esperada canonización.
La primera es que para el miércoles 26 ya no se hablaba de Alberto Hurtado con el fervor apasionado de hace una semana atrás, para la gran mayoría de los medios de prensa hablada, televisada o escrita ya no era noticia, quizá porque ya no era motivo de “rating”, porque está claro que en los días previos a la canonización el canal que tuviera la mejor serie o el mejor reportaje reventaba el “people meter” o el periódico con el mejor suplemento reventaba las ventas. Tristemente es muy probable que con el pasar de los meses este fenómeno se vaya acrecentando y el tan “trillado” Padre Hurtado vuelva a las sombras de antaño, donde tan solo unos cuantos se nutrían de su pensamiento y participan de su obra, que lo tienen permanente como un motor de sus acciones, o como fuente inspiradora de su pensamiento.
La segunda, parece ser que aunque el Padre Alberto Hurtado desde ahora pueda ser llamado SAN ALBERTO, esto no cambia así de rápido la conciencia de las personas (recordemos que la fórmula de canonización fue leída en menos de un minuto), porque como todas las cosas que tengan olor al Padre Hurtado se venden aún como pan caliente, la gran mayoría de las personas prefieren mil veces comprar una póster o un rosario por $3.500, si esta bendito mejor y si viene desde Roma, eso puede transformarse en locura colectiva por comprar, sin embrago, son muy pocos que asimilan su pensamiento y la gran mayoría son incapaces y es más evitan a toda costa comprar el libro “Humanismo social”, “Es Chile un país Católico” o “El sentido Social: el legado ético del Padre Hurtado” por $4.500. Muchos otros encuentran atractivo el discurso del Padre Hurtado, pero nunca se suscribirían a la Revista “Mensaje” fundada por él.
El problema no está en los mil pesos de diferencia (que a quienes quieran tener algo del P. Hurtado a toda costa, importa muy poco), sino en los miles de kilómetros de diferencia que hay en ver un Alberto Hurtado “milagrero, que pudiera competir con el Padre Pío o con San Expedito”[1], que es más bien un recuerdo, un Padre Hurtado de souvenir, y así nos vamos quedando con una versión antiinflamatoria, opioide y anestésica de un Alberto Hurtado sonriente y bonachón, pero inofensivo, que tiene un mensaje cálido, pero recubierto de teflón, porque “no me toca, ni se me pega en nada”, en vez de quedarse con un Alberto Hurtado actual, desafiante, de un pensamiento y un liderazgo indiscutible, que remese las conciencias de todos, un Alberto Hurtado que escribe, que publica, que llora y que busca su fuerza en su encuentro diario con Jesús en el Pobre y en la Eucaristía.
La tercera y última, es que como consecuencia de lo anterior, los que seguirán trabajando en las muchas obras que a diario se emprenden a favor de los más pobres, los niños, los alcohólicos, drogadictos etc., serán las mismas personas. Quizá sean muy pocos los que se sientan llamados a compartir la misión de Cristo, bajo el alero del Padre Hurtado después de la Canonización, es más muchos que podrían haberla visto y participado de ella, hicieron vigilia, pero en medio de un carrete tremendo, o estuvieron en la vigilia, pero sin la menor intención de dejarse afectar por lo que allí se estaba viviendo. Si alguien se sintió tocado por lo que allí se vivió o en algo movió su espíritu, por favor, NO ESPERES A QUE SE TE PASE, HAZ ALGO.
Todos estamos llamados a vivir la santidad[2] y compartirla con Alberto Hurtado, con lo que cada uno tiene y puede aportar a la misión de Cristo; la construcción del Reino. La obra y el pensamiento del Padre Hurtado, no mueren y no se desvanecen con el segundo milagro, ni con la canonización que celebramos el 23 de octubre. Esta fecha marca algo, pero en ningún caso el término de la causa por la que tanto luchó Hurtado, LA JUSTICIA, la caridad viene después. Y ojo que la falta de justicia no solo se vive en los juzgados o se materializa en el descriterio o la irresponsabilidad de los jueces y abogados, sino en el día a día en cualquier trabajo o profesión; constructor, profesor, ingeniero, médico, agrónomo, auxiliar, enfermero, barrendero, camionero, arquitecto, micrero, leñador, fotógrafo, periodista, pintor, veterinario, actor, cartonero, sacerdote, periodista, escritor, biólogo, contador, historiador, mamá, papá, secretaria, gasfiter, , electricista, político, presidente, etc., da lo mismo.
Si cada uno en su trabajo da lo justo, quedamos igual, hay que dar “lo que es justo” y esto es generalmente un poco más del 100%, no hacerlo es una irresponsabilidad moral y social, una injusticia. Así como el comercial de cerveza Cristal, en que hipotéticamente se plantea un país maravilloso, si tan solo se devolviera la luca que te prestaron, imagínate lo que sería nuestro Chile, si cada uno se esforzara por ser más justo en lo que le toca. IMAGÍNATELO creo que ese es el país con el que soñó toda su vida San Alberto Hurtado, el ya hizo lo que estuvo a su alcance (que no fue poco), le habría gustado hacer más, sin embargo cabe preguntarse verdaderamente ¿que estamos dispuestos a hacer nosotros?
Gastón Rivera C.
[1] José Aldunate SJ, en “Luces y sombras de una canonización”, página 5, diario “La Nación”, domingo 23 de Octubre.
[2] Lumen Gentium 32

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